La etapa de Mark Waid y Bryan Hitch al frente de la serie regular de la JLA estuvo marcada por la mediocridad de las historias y la constante ausencia del dibujante, que era suplido con más pena que gloria por otros autores de menos renombre. A excepción de algunos números correctos como los de las sagas "Divide y vencerás" o "Torre de Babel", a Mark Waid parecía temblarle el pulso en el momento de escribir los guiones, como si la empresa le viniera demasiado grande. Aún así, el guionista que firmara una etapa inolvidable en Flash no cejaba en su empeño de describir una JLA grandiosa y omnipotente, pero sus esfuerzos palidecían al comparar su labor con la etapa inmediatamente anterior, la de Grant Morrison, auténtico zénit de la serie.
Por aquella época (ya queda muchos años atrás), en DC estaban probando un formato tabloide para publicar especiales sobre los héroes más grandes de la casa, todos pintados por Alex Ross, que conmemoraban los respectivos aniversarios de los personajes protagonistas. Y, de repente, apareció JLA: Escalera hacia el Cielo, un especial de la JLA en este formato gigante que sirvió para dar cabida a la grandeza de las imágenes de un Bryan Hitch recién aterrizado en DC procedente de The Authority. Así se podría resumir este álbum: un despliegue de poder de la plumilla de Hitch en una aventura en la que todo es enorme, excepto el guión de Waid, otro quiero y no puedo repleto de diálogos grandilocuentes y razonamientos con demasiadas elipsis.
Sin necesidad de sintetizar demasiado, la historia de este JLA: Escalera hacia el Cielo es bien simple. Una antigua raza extraterrestre aparece como por ensalmo en una mastodóntica nave que le sirve para llevarse el planeta Tierra de su órbita. Al acudir al rescate, la JLA averigua que esta raza, primigenia del universo conocido, se enfrenta a su extinción y, para poder llegar a un otro mundo más allá, sembró en cada planeta habitado del universo un ser durmiente que asimilara los conceptos postmortem de cada cultura. Pero no todos los integrantes de esta raza están dispuestos a morir sin más, hay un pequeño grupúsculo de "terroristas" que harán todo lo posible por sabotear la recolección de los durmientes. La JLA, entonces, tiene la tarea de evitar que estos integristas se salgan con la suya.
Con la consabida sorpresa final, Mark Waid construye una nueva hazaña de la JLA, con licencia para priorizar la ética humana sobre cualquier otra, por ignota que sea, mediante un planteamiento lineal y previsible. Suerte de la participación de Hitch, que es capaz de representar las escenas más impactantes del cómic de superhéroes con solvencia y majestuosidad.